“Si Jehová no edificare la casa, en
vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano
vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a
reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.”
(Salmo 127:1, 2)
Estamos comprobando que los esfuerzos humanos por
salir adelante ante cualquier situación son insuficientes, a la larga son
cuestionables y en muchos casos se desgastan y hay que modificarlos. Las leyes
cambian, los hábitos se modifican de acuerdo a las circunstancias, la moral se
resquebraja y la sociedad entera se descompone. El
esfuerzo humano sin el Señor es vano, pues las tareas personales o nacionales
que no toman en consideración la voluntad divina están destinadas al fracaso. El
Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer.” (Juan 15:5)
Este Salmo es muy socorrido para atender esta
verdad bíblica, pues comienza con una muy clara y decidida declaración teológica: Son
inútiles todos los esfuerzos humanos si Dios no los sanciona positivamente. No
podemos creer que algún proyecto humano, nacional o familiar, pueda prosperar
sin la bendición de Dios. Los edificadores trabajan y construyen, los guardias
velan la ciudad, y la gente trabaja desde muy temprano en la mañana, sin
embargo, todas esas labores no son suficientes para disfrutar la bendición que
proviene de la misericordia divina.
Debemos tener una lectura sabia de este texto y
entender que el propósito del salmista es condenar la excesiva preocupación de
las personas que no confían en Dios. La preocupación humana y la inconformidad
de las personas lo que logran en la gente es que no disfruten a cabalidad las
virtudes y las misericordias divinas. No quiero, con esto, enaltecer la pereza,
ni deseo promover la vagancia. Las mismas Escrituras rechazan con vehemencia
esta actitud humana de irresponsabilidad: “La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece”
(Prov 10:4). El propósito del salmista es condenar la excesiva preocupación de las
personas que no confían en Dios.
En nuestro país hay varios intentos de sacar a Dios
de la agenda nacional. Las leyes del régimen progresista se están metiendo de
manera furtiva en la sociedad y con esto intentan entrar a nuestras casas queriendo
obligarnos a aceptar y sumarnos a ideologías anticristianas. Nosotros podemos
decir que: “Si
Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”, es decir, que si el Creador
no es tomado en cuenta por nuestras autoridades, cualquier trabajo no sirve
para nada.
El asunto se recrudece cuando esto mismo pasa en
nuestros hogares. Si sacamos al Señor de la casa y no lo tomamos en cuenta para
nada, o lo tomamos en cuenta sólo para las cosas que llamamos “espirituales”,
todos nuestros esfuerzos son vanos. Podemos tener una actitud muy laboriosa y
salir muy temprano a trabajar y llegar muy tarde, como quiera que sea, nuestros
esfuerzos sin Dios no sirven para nada.
Si
confiamos en Dios para la vida diaria, y si cuando estamos ansiosos y
preocupados por lo que vivimos acudimos a Él y echamos toda nuestra ansiedad
sobre él (1 Ped. 5:7), es seguro que “a
su amado dará Dios el sueño”.
EGT
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