LAS SENDAS DE JUSTICIA
“Me guiará por sendas de justicia por
amor a su nombre” (Salmo 23:3)
Uno de los factores que produce más ansiedad en la actualidad es la incertidumbre de cara al futuro. ¿Qué pasará mañana con la semaforización? ¿Cuándo terminará esta pandemia? ¿Cómo le vamos a hacer para salir adelante? Existen decisiones que debemos tomar, no sólo para nuestras vidas, sino también para las vidas de aquellos con quienes nos relacionamos. Mi vida toca la de mi familia, la de mis vecinos y la de mis hermanos en la fe, y lo mismo ocurre con la suya. Constantemente estamos tomando decisiones. ¿Cómo sabemos que las tomamos bien? Las decisiones en la vida son determinantes. No hay manera de quitarlas del escenario, todos tenemos que tomar incontables decisiones día tras día. Necesitamos una guía, alguien que nos diga por dónde caminar, que conozca bien los senderos, alguien en quien podamos confiar.
Cuando entendemos esta hermosa metáfora del pastor con sus ovejas, podemos ver con claridad que los hijos de Dios debemos caminar bajo la mano protectora de quien nos pastorea. El mismo que nos alimenta con verdes pastos y que satisface la sed de mi alma en aguas de reposo, es el mismo quien la restaura, y esto lo hace en cada paso dado en mi vida. Pero el camino no ha terminado, el destino final todavía no ha llegado, debemos seguir adelante. Es así como el salmista afirma lo que ve en el futuro inmediato siendo dirigido por su pastor. “Me guiará por sendas de justicia”.
La contundente afirmación de David acerca de la seguridad que tiene de que Jehová le guiará es abrumadora. David no pone en duda la guianza del Señor, todo lo contrario, la afirma porque ya la está recibiendo. Él sabe, como nosotros debemos saber, que el gran pastor de las ovejas ya tiene una senda marcada para cada uno de sus hijos. Estas “sendas de justicia” no se comparan con los aparatos de geolocalización que nos advierten sobre posibles rutas. No, son caminos que el pastor conoce porque Él mismo los estableció con anterioridad y los predeterminó para que los camináramos nosotros tomados de su mano. Son “caminos rectos”, caminos que se ajustan a las normas establecidas por Dios y caminos que nos alejan de los enemigos voraces que intentan alejarnos de la ruta.
No debemos esperar una revelación sobrenatural como un sueño, una visión o una teofanía. La guía por excelencia la tenemos en la Palabra revelada del Pastor. Recordemos que la Biblia afirma que: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Prov. 119:105). Es sólo por medio de esta Palabra que podemos ser guiados por el Señor, fuera de ella erraremos el camino. Así que la seguridad que tenemos en lo que sigue del camino, no está puesta en mis habilidades deductivas en la lectura de los tiempos, sino en la dependencia de la guía del Señor.
Todo esto es posible y seguro para nuestro propio bien y tranquilidad. Pero lo más importante es que al final redundará para la gloria de su nombre: “Me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre”. Ese propósito no debe ser excluido, todo lo contrario, debe ser la meta de nuestra dependencia.
EGT
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