ADEREZAS MESA DELANTE DE MÍ


 

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (Salmo 23:5)

Es muy probable que esta ilustración surja de la mismísima situación histórica cuando David tuvo que huir al desierto debido a la rebelión de su hijo, se encontró allí hambriento y preocupado, con un ejército en desbandada. Tal y como narra 2 Samuel 17, tres hombres, que ni siquiera eran israelitas, y que se llamaban Sobi, Maquir y Barzilai: “Trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel, manteca, ovejas, y queso de vaca, para que comiesen; porque decían: el pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (2 Sam. 17:28, 29).

No hay duda de que el Señor sostiene y preserva a sus hijos de manera maravillosa. Como David, cada uno de nosotros ha pasado por circunstancias adversas que atentan contra nuestra integridad física, moral o espiritual. De repente nos vemos atrapados por todo aquello que nos es hostil; una enfermedad, una bancarrota, una tragedia, un abandono, una persecución, una pérdida de trabajo, etc. Y volvemos nuestra mirada hacia el Señor quien ha prometido que nada nos faltará y suplicamos por provisión para saciar nuestras almas cansadas. Y siempre encontramos a nuestro Pastor presto a reconfortarnos y alimentarnos. A David le proveyó de un gran banquete en las mismísimas narices de quienes le perseguían, suplió su necesidad de alimento y al tenerlo comprobó que efectivamente nada le iba a faltar en su peregrinaje por el mundo.

Esta experiencia no puede ser sólo para David. La razón para que nosotros tengamos este salmo es para que nos apropiemos de él como si fuéramos quienes están necesitados del cuidado protector del gran pastor de las ovejas. Debemos saber que el mismo Dios que alimentó al rey, es el mismo que, en medio de la situación más adversa, nos alimenta a nosotros. Por supuesto que cada que tenemos abundante comida en casa podemos afirmar su provisión; sin embargo, esta idea va más allá de un simple banquete material. La idea está encaminada al sostén y preservación de nuestra vida entera. Por medio del instrumento de su vara y cayado y su constante cuidado llevándonos a verdes pastos y paciéndonos en aguas de reposo, podemos experimentar el mayor de los banquetes que es el mismo cuidado que Dios tiene para con nosotros, en medio de la situación más difícil. Es por eso que podemos afirmar como el salmista: “Aderezas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores”, por que a mí “Nada me faltará” de tu santa provisión.

No hay duda, nuestro Dios siempre está al pendiente de nosotros para reconfortarnos y alimentarnos para continuar nuestro viaje hacia la eternidad futura. Una vez que disfrutamos del banquete espiritual en comunión con nuestro Dios, debemos seguir adelante. Podemos tomar las palabras que el ángel le expresó a Elías cuando estaba derrotado debajo del enebro por las amenazas de Jezabel: “Levantate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó…” (1 Reyes 19:7, 8).

Amados hermanos, si detenemos nuestro camino, sólo será para ser alimentados por el Señor quien “Adereza mesa delante de mí”, después debemos seguir con un ánimo pronto tomados de la mano de nuestro Buen Pastor.

 EGT

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL DIOS DE TODA CONSOLACIÓN

UN CUERPO EN SERVIDUMBRE