EL PEOR EVENTO, EL MEJOR MOMENTO
“Busqué a Jehová, y el me oyó, y me libró de
todos mis temores”
(Salmo 34:4)
Cada año que pasa estamos experimentando tragedia tras tragedia, si no es una pandemia es un terremoto, una inundación o un secuestro. En otros casos pudieran ser la pérdida del empleo, la crisis económica o la muerte de un ser amado. En otro orden están la depresión, la ansiedad y los ataques de pánico.
Una vez que nos llega una o varias de estas situaciones sentimos que nada puede ir peor. Decae nuestro ánimo y, en ocasiones, nuestra fe se ve disminuida. Esto pasa casi todo el tiempo y parece que las crisis y las circunstancias adversas seguirán apareciendo y no vemos cómo puedan detenerse.
Ahora la iglesia militante y visible está ante una situación que cada año va de mal en peor. Las amenazas pandémicas de un virus entrometido que afectó la economía de nuestras familias, los terremotos que no anuncian su llegada pero que sorprender dejando grandes daños, la noticia de que a un conocido le ha asaltado o la triste noticia de que un ser amado ha muerto nos están sorprendiendo enormemente.
¿Cómo traducir esto en un lenguaje serio y espiritual? ¿Cómo entender que Dios está tratando con nosotros? ¿Qué se dice en estas ocasiones? ¿Cómo interpretar las circunstancias a través de la Palabra?
He llamado a esta reflexión: “El peor evento, el mejor momento”. La razón es porque soy un ferviente creyente de que en el peor de nuestros eventos, como los arriba descritos, podemos encontrar el mejor de los momentos para experimentar el poder de Dios en nuestras vidas. En un aparente contrasentido, la Palabra de Dios aconseja que tengamos gozo en medio de las pruebas, (Santiago 1:2). Quizá algunos de nosotros hemos pensado que “Tener sumo gozo” es una estrategia para que el problema se mejore y termine, lo utilizamos como amuleto de la buena suerte y como una fórmula inequívoca para que los problemas se solucionen. Sin embargo, no es así. Debemos gozarnos en el Señor en el peor de los eventos pues es el mejor momento para tener una buena comunión con el Señor, solucione o no nuestro problema. El Salmo 34 dice reiteradamente que Dios no está comprometido con nosotros a solucionar nuestro peor evento, pero dice que lo busquemos y él alivia nuestros temores (v.4), angustias (v.6) y aflicciones (v.19); cuando creemos esto nos daremos cuenta de que vivimos nuestro mejor momento sabiendo que él está al pendiente.
Sigamos orando por esta situación pasajera y sus efectos inminentes, y supliquemos que en estos peores eventos por los que pasamos, podamos disfrutar el mejor momento en relación con nuestro Creador.
EGT
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