CONTENTAMIENTO
“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:12, 13)
Uno de los más grandes problemas que tiene nuestra generación es la falta de contentamiento. Hay personas a las que nada les hace felices, nada les satisface, siempre quieren más y siempre quieren lo mejor. Cuando esto no se da, entonces se quejan y expresan su enojo de manera pecaminosa echando culpas por doquier y amargándole la vida a quienes les rodean. ¿Conoce a alguien así? O lo que es peor, ¿es usted una persona así? Todos, en alguna medida hemos caído en este problema de falta de contentamiento. Pero el contentamiento no se da de facto, tiene que aprenderse, no llega a nosotros como por arte de magia a partir de que el Señor nos regenera. Todos debemos asistir a la escuela del contentamiento. El mismo apóstol Pablo dijo que tuvo que ser enseñado en este maravilloso arte, él dijo “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (v.11). Pero ¿cómo aprender a estar contento, o satisfecho con lo que tengo? ¿Dónde lo aprendo?
Muchas veces Pablo había llegado a conocer lo que era “estar humillado”. Él sabía realmente lo que era pasar necesidad. Él sabía lo que era el hambre, la sed, el ayuno, el frío, la desnudez, los sufrimientos físicos, la tortura mental, la persecución, etc. Con mucha frecuencia no llegaba a tener lo necesario. Tantas cosas le faltaban, que su situación entraba dentro de la más absoluta penuria. Pero ninguna de estas cosas lo privó de su contentamiento.
Entonces el verdadero contentamiento no proviene del interior del hombre como enseñaban los estoicos en el tiempo de Pablo, o los humanistas de nuestra época. Escuchamos frases como: “Si revisas todo lo que tienes, lo que eres y de lo que has sido capaz, no tendrás queja alguna y estarás siempre contento”; o “La fuerza está en ti”, etc.
Pablo dice que, bajo todas las circunstancias,
tanto generales como particulares, ha aprendido el secreto del contentamiento.
La fuente que explica esta suficiencia espiritual, quien le enseñó y
continuamente le muestra este secreto, es el Señor que le enseñó a estar
convencido de que: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
¡Maravilloso testimonio, en verdad! Todo cuanto sea necesario, Pablo lo puede hacer, al estar en Cristo, por la presencia del Espíritu de Cristo que mora en él, y por la acción de dicho Espíritu mediante la fe, en vital unión e íntima comunión con su Señor y Salvador.
Pablo había aprendido el contentamiento y eso lo libró de sus propias pasiones carnales. ¿Usted seguirá quejándose de todo cuanto le acontece a su alrededor? Debemos aprender y hacer nuestro lo que el apóstol le dijo a Timoteo:
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Timoteo 6:6-8)
EGT
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