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Mostrando entradas de julio, 2020

FIEL ES EL QUE PROMETIÓ

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“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos 10:23)   Muchas de las angustias que sufrimos en la vida cristiana no tienen que ver con las circunstancias adversas de nuestra vida. Más bien sentimos dolor cuando nuestro ser interior no tiene la capacidad de sobreponerse a las dificultades y contratiempos que se nos presentan. ¿Se imagina que nuestro bienestar dependiera exclusivamente de un entorno agradable? Entonces tendríamos pocas esperanzas de experimentar una vida plena pues todo tendría que ser perfecto en nuestra vida. Pero la vida no es así. En lo profundo de nuestro ser libramos luchas constantes por un sinnúmero de asuntos que batallan en nuestra alma. Si nuestro bienestar dependiera exclusivamente de un entorno agradable, ¡habría pocas esperanzas de una vida plena para la mayoría de nosotros! Nuestro texto de hoy nos anima a una firmeza interior que no descarta, en momentos de desesperación, la profesión de

JEHOVÁ HA OÍDO MIS RUEGOS

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“Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración” (Salmo 6:9)     El escritor de este salmo, seguramente David, también sufría una angustia profunda, se sentía enfermo y le pide a Dios que no lo castigue implorando su misericordia. Es interesante notar que el problema que tiene afecta integralmente su persona. Él menciona sus huesos y su alma, aludiendo a un sufrimiento físico y emocional. ¿Nos hemos sentido así? Abatidos, turbados, enfermos y también le hemos inquirido a Dios: “¿hasta cuándo?” (v. 3).   El salmista es muy explícito al describir su dolor, dice que sufre de día y de noche, que se ha consumido a fuerza de llorar, que se siente débil y sin fuerzas. ¿Nos parece familiar? Creemos que este tipo de enfermedad de nuestros tiempos nos llevan a esta condición de dolor en donde las fuerzas parecen escaparse. Pero ¿cómo salir de un estado así?   Con emoción vemos la transición de la angustia a la confianza, él dice: “…Jehová ha oído mi ruego” (v. 9) . El Señor ha es

LA VOLUNTAD DE DIOS Y EL ABORTO

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  “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida” (Éxodo 21.22–23)   En nuestro tiempo, cuando un aborto inducido es llevado a cabo, usualmente se tiene la intención de que el ser humano que estaba destinado a nacer y vivir no nazca ni viva, implican el asesinato del no-nato. Algunas mujeres van a las clínicas abortistas no esperando terminar su embarazo para tener más pronto a su bebé en sus brazos, sino esperando quitar de sí la carga de ser madres aniquilando a sus bebés. Pero, ese no es el significado esencial de la palabra “aborto” ni una implicación necesaria de ella.   En nuestro texto encontramos la palabra “abortare”. Sin embargo, notemos que no tiene el mismo significado que tiene en nuestros tiempos. Este texto habla de un aborto que no termina en una muerte. ¿Como puede ser eso pos

LA CRIATURA SALTÓ DEL VIENTRE

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“Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo… Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.”(Lucas 1:41, 44)   El día de mañana la Suprema Corte de Justicia de la Nación abordará el tema de la despenalización del aborto. Alrededor de este asunto hay muchas opiniones que se encuentran entre sí y al confrontarlas se enardecen los ánimos y se polarizan las discusiones. Uno de los temas más recurrentes es la percepción que se tiene sobre el ser que fue concebido y el momento en que ese ser ya es una persona con todos los atributos de un ser humano. Por otro lado, en el juego de palabras que usamos para referirnos a las cosas en general está nuestra inclinación, y en el uso de las expresiones justificamos nuestras acciones. Si una persona llama al ser engendrado “feto” o “embrión”, se aleja con desdén de la idea de que a quien se refiere

NO AMÉIS AL MUNDO

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  “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:14, 15)   Estamos viviendo situaciones en el mundo, pero particularmente en nuestro país, que verdaderamente nos sorprenden y entristecen. Por un lado, el coronavirus que no requirió de un permiso de nuestras autoridades para entrar furtivamente a nuestras ya de por sí ajetreadas vidas y por el otro las leyes que se aprueban para penalizar a los que intenten apoyar a quienes quieran salir de una situación moral y anticristiana como la homosexualidad, el lesbianismo y la gran variedad de conductas sexuales prohibidas en las Escrituras. La Palabra del Señor nos advierte que debemos tener muy bien definido nuestro concep

Y ESTA ES LA CONFIANZA QUE TENEMOS EN ÉL

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“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14, 15)   Hoy en día nos cuesta mucho trabajo depositar nuestra confianza en cualquier causa o persona. Quizá porque somos por naturaleza desconfiados, o porque hemos sido objeto de traiciones de personas de las que nunca pensábamos que las recibiríamos o de causas que simplemente nos defraudaron con sus giros inesperados. La confianza implica entrega total, es dar un paso al abismo sabiendo que, por una promesa dada, seremos rescatados, aunque no tengamos muy clara la manera de ese rescate.   Con Dios es similar, pues a causa del don de la vida eterna (v. 13), como creyentes tenemos la confianza, es decir la libertad, de acercarnos a Él en oración en cualquier lugar y en cualquier momento. La confianza que tenemos para con Dios no se basa en un anális

SI JEHOVÁ NO EDIFICARE LA CASA

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  “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.” (Salmo 127:1, 2)   Estamos comprobando que los esfuerzos humanos por salir adelante ante cualquier situación son insuficientes, a la larga son cuestionables y en muchos casos se desgastan y hay que modificarlos. Las leyes cambian, los hábitos se modifican de acuerdo a las circunstancias, la moral se resquebraja y la sociedad entera se descompone. El esfuerzo humano sin el Señor es vano, pues las tareas personales o nacionales que no toman en consideración la voluntad divina están destinadas al fracaso. El Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”  (Juan 15:5)   Este Salmo es muy socorrido para a

¿ENCERRADOS, O REFUGIADOS?

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“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos. Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece.” (Salmo 57:1, 2) A  lo largo de dos años y medio convivimos con un virus malicioso y aprendimos el valor del confinamiento. Ciertamente se tornó incómodo por nuestra costumbre de salir para realizar nuestras actividades cotidianas, pero poco a poco empezamos a valorar que estar “confinados” en casa evitó que este enemigo invisible nos hiciera el menor daño posible, por lo menos a la mayoría de nosotros. En el relato que leemos en este día podemos ver a David en una especie de confinamiento voluntario debido al peligro que le representaba la persecución tan vehemente que tenía de parte de Saúl. Parecía que no hubiera tregua para parar un poco en el afán de perseguir a David para matarlo, David sabía que en cualquier momento podía perder la vida, pero no se daba por vencido

YO ESTARÉ CONTIGO

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  “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” (Isaías 43:2)   Antes de la segunda semana de marzo de este año no nos podíamos imaginar la magnitud de la pandemia que se avecinaba. En realidad, muchos pensábamos que estaríamos un par de semanas con ciertos cuidados para después continuar como si no hubiera pasado nada. No fue así. La expresión “el agua nos está llegando al cuello” empezó a ser una metafórica realidad conforme fueron pasando los días. La seguridad que teníamos de que esto no iba a durar mucho se desvaneció y efectivamente empezamos a sentir el agua hasta el cuello, es decir, a punto de ahogarnos. La salud de muchos se ha mermado, algunos han muerto, la economía de desequilibra y aún no vemos con claridad cuándo terminará esto. Sin embargo, encontramos en este pasaje una frase que consuela: “Yo estaré contigo” , eso debería ser suficiente.   Dios no pro

SOY PROPIEDAD DE DIOS

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“Ahora, así dice Jehová, no temas porque yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú”.  (Isaías 43:1)   Ahora que estamos experimentando el encierro nos damos cuenta de lo importante que es vernos con otras personas y ser reconocidos, apreciados y llamados por nuestro nombre. Es muy lamentable que la despersonalización que provoca este tiempo nos haga alejarnos entre nosotros y empecemos a acostumbrarnos a las comunicaciones virtuales. Con frecuencia entramos a una clase o reunión por las plataformas de comunicación e identificamos de inmediato, al pie de nuestra imagen, un nombre escrito. En el mejor de los casos es el nuestro, en el peor y más común aparecen cosas como Samsung S7, o Galaxy Note o Moto G, etc. Nuestro nombre y apellido definen nuestra pertenencia. De tal manera que cuando nos identificamos con el nombre propio, acompañado de nuestro apellido, de inmediato sabemos que somos de la familia fulana, o hijos del señor perengano. Por la gracia de Dios nacimos en el seno de

¿TODO SIN MURMURACIONES?

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“Haced todo sin murmuraciones y contiendas…” (Filipenses 2:14)   Cuando leemos este pasaje es muy fácil pasar por alto esa palabra tan molesta: todo. ¿Hacer todo sin murmuraciones? ¿De verdad? ¡Sí, todo! Despertar con dolor de garganta, recordar que estamos confinados, salir a la calle con el molesto cubrebocas, tener a los niños inquietos y encerrados, hacer el trabajo de la oficina desde casa, tener que tomar el transporte público con miedo a ser contagiados, ver que está más cara la vida o que tenemos menos ingreso. Y sí, hacer todo esto sin una murmuración. Muchos de nosotros nos despertamos dispuestos a “murmurar” y así vamos por nuestras vidas, quejándonos de una gran variedad de cosas que se interponen en nuestro camino. Y somos muy hábiles para disfrazar lo que estamos haciendo, y damos excusas como éstas: “Sólo me estoy desahogando”, “Estoy diciendo la verdad”, “Tengo que sacarlo porque si no exploto”, e incluso “Estoy compartiendo una petición de oración”. Pero Dios sabe

¡CUÁN GLORIOSO ES TU NOMBRE!

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“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8:1)   Últimamente nos hemos centrado mucho en nosotros mismos tratando de encontrar todos los recursos espirituales que alivien nuestros corazones estresados por el encierro en el que nos encontramos y todas sus consecuencias. Eso no es tan malo, siempre y cuando no centremos toda nuestra atención hacia nosotros mismos, y no consideremos y contemplemos a nuestro Señor y Dios en toda su majestad y gloria. En este tiempo de tantos avances tecnológicos y de tantas cosas asombrosas que va descubriendo el hombre ya no hay casi nada que nos pueda impresionar. Nos impresionamos por cosas tan complejas y espectaculares que se salen de los moldes comunes, que llegamos a pensar en que ya nada nos asombra. Sin embargo, hemos dejado de asombrarnos por las cosas sencillas y presentes todos los días en nuestro caminar diario y a nuestro alrededor que ya las demos por sentadas. En este precioso Salmo, David inici

EL BIEN Y LA MISERICORDIA

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  “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmo 23:6)   Cuando estamos en medio de una persecución, ya sea por otra persona o por alguna situación específica como una enfermedad física, un mal estado de ánimo, una deuda impagable, etc., nos sentimos acosados, temerosos y en algunos casos con ataques de pánico y ansiedad. Normalmente tenemos una interpretación catastrofista de las palabras en nuestro idioma, escuchamos persecución y de inmediato viene a nuestra mente la concepción negativa del término, y pensamos en la fatalidad de ser perseguidos. Sin embargo, debo decir que no todas las persecuciones son malas.   En esta porción del Salmo 23 encontramos esta palabra que en nuestra versión RVR60 está como “Seguir”. Dicha palabra que está traducida del hebreo también puede traducirse como “perseguir”, “acosar, “ir tras alguien”. De esta manera tenemos al salmista diciéndonos que estaba “acosado”,

ADEREZAS MESA DELANTE DE MÍ

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  “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (Salmo 23:5) Es muy probable que esta ilustración surja de la mismísima situación histórica cuando David tuvo que huir al desierto debido a la rebelión de su hijo, se encontró allí hambriento y preocupado, con un ejército en desbandada. Tal y como narra 2 Samuel 17, tres hombres, que ni siquiera eran israelitas, y que se llamaban Sobi, Maquir y Barzilai: “Trajeron a David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel, manteca, ovejas, y queso de vaca, para que comiesen; porque decían: el pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto” (2 Sam. 17:28, 29) . No hay duda de que el Señor sostiene y preserva a sus hijos de manera maravillosa. Como David, cada uno de nosotros ha pasado por circunstancias adversas que atentan contra nuestra integridad física, moral o espiritual. De repente nos vemos atrapados por

TU VARA Y TU CAYADO

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  “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4) Algo que tenemos en común con toda la humanidad es que todos sabemos que nuestro paso por este mundo es efímero, la vida es corta y se acaba en algún momento. No podemos alargar los años de nuestra existencia por mucho que hagamos, pues como dice la Escritura “Acabamos nuestros años como un pensamiento… pronto pasan, y volamos” (Sal. 90:9, 10) , y esto es porque “Los días de nuestra vida son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años” (Sal. 90:10) . Así que, nuestro peregrinaje por este mundo sólo durará un breve tiempo. A lo largo de la ruta, y conforme van pasando los años las circunstancias de la vida, como el agotamiento y el desánimo, empiezan a estar cada vez más presentes y con mucha frecuencia decaemos al darnos cuenta de que tanto las cosas externas como las propias de nuestro ser pueden hacen que paremos abruptamente nuestro camino, o que tomemos una ruta diferente. La imagen que David nos deja en l

TÚ ESTARÁS CONMIGO

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  “Aunque ande en valle de sobra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4) Esta mañana escuché las noticias que hablaban de rebrotes del virus Covid-19 en diferentes partes del mundo en donde, supuestamente, ya estaba controlado. Nuevamente se empieza a escuchar de la gran cantidad de casos de contagios y muertes y se vuelven a encender las alarmas. En algunos lugares de México, y en pleno semáforo naranja, los casos de contagios y muertes se multiplican y no se ve con claridad cuándo estaremos nuevamente en condiciones “normales”. La única cosa que es cierta es que el contagio y la muerte siguen rondando con libertad y nos han puesto en condiciones nunca antes vistas por nuestra generación. Ante esta situación se han presentado diferentes maneras de enfrentar la realidad de las circunstancias que nos anuncian el fin de nuestra existencia. A inicios de la década de los 60s, surgió una mujer de nombre Elizabeth Kübler-Ross que dedicó su vida al tra

LAS SENDAS DE JUSTICIA

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  “Me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre” (Salmo 23:3) Uno de los factores que produce más ansiedad en la actualidad es la incertidumbre de cara al futuro. ¿Qué pasará mañana con la semaforización? ¿Cuándo terminará esta pandemia? ¿Cómo le vamos a hacer para salir adelante? Existen decisiones que debemos tomar, no sólo para nuestras vidas, sino también para las vidas de aquellos con quienes nos relacionamos. Mi vida toca la de mi familia, la de mis vecinos y la de mis hermanos en la fe, y lo mismo ocurre con la suya. Constantemente estamos tomando decisiones. ¿Cómo sabemos que las tomamos bien? Las decisiones en la vida son determinantes. No hay manera de quitarlas del escenario, todos tenemos que tomar incontables decisiones día tras día. Necesitamos una guía, alguien que nos diga por dónde caminar, que conozca bien los senderos, alguien en quien podamos confiar. Cuando entendemos esta hermosa metáfora del pastor con sus ovejas, podemos ver con claridad que los