VELAD, ESTAD FIRMES


 

"Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos." (1 Cor. 16:13)

 En la Biblia muchas veces se nos hace este mismo tipo de exhortación. Debemos "velar". El significado literal de esta palabra no es lo que nuestro Señor tiene en mente para nosotros. No se trata de mantenernos despiertos hasta altas horas de la noche. En las Escrituras "velar" significa estar listos, atentos o preparados para lo que venga. Este es el costo de la paz, la seguridad, la estabilidad y la libertad.

Lamentablemente, el devenir de la iglesia cristiana, en términos generales, no puede describirse como el de una iglesia que vela y se mantiene en guardia, sino como el de una que duerme y permanece despistada. ¿Dónde estábamos cuando las ideologías "progresistas" inundaban nuestro mundo? ¿Dónde se escuchó nuestra voz cuando los enemigos de Cristo se apropiaron de nuestras escuelas con su ateísmo e incredulidad? ¿Dónde encuentro el campo de batalla en el que luchamos hasta la sangre para que Cristo no fuese expulsado de nuestra nación y relegado a vivir sólo dentro de la iglesia y de los momentos devocionales de los cristianos individuales?

Alguien nos embaucó haciéndonos creer que el cristianismo se trataba de aceptar a Cristo y luego echarse a dormir esperando y deseando que pronto volviese el Salvador. “¡Velad!” es la palabra de nuestro Señor para nosotros.

Pero, además, se nos pide estar “firmes en la fe”. Y posiblemente lo hemos hecho, pero tal vez sólo para nosotros mismos y dentro de la comunidad de la Iglesia, porque afuera, en nuestras calles, en nuestras escuelas, en nuestros congresos legislativos, no se ve la firmeza de nuestras convicciones. Allá afuera se ve el plácido fluir de los desvaríos de las ideas de mentes entenebrecidas, sin Cristo y sin la luz de su Palabra.

Se nos pide que nos portemos “varonilmente y que nos esforcemos”, pero muchas veces más bien nos hemos comportado como niños y no como hombres. Con cobardía hemos huido del mundo juzgándolo a la distancia y enclaustrándonos en la aparente seguridad de nuestras propias vidas e iglesias locales. Pero comportarse varonilmente y esforzarse significaba salir a luchar por la corona de Cristo y por su reino, y no encerrarse y acostarse a esperarlo.

Pero nuestro Señor sigue siendo Rey y este mundo sigue sin doblar su rodilla; nuestro Cristo sigue siendo Señor de señores y nuestras instituciones siguen sin someterse; Él sigue reinando y ellos se siguen rebelando. Aún hay colinas sobre las que la bandera de Cristo no ha sido erigida en símbolo de conquista.

No podemos quedarnos dormidos, no podemos ser flexibles, no podemos portarnos con cobardía e indiferencia. La palabra de nuestro Señor es:

"Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos." (1 Cor. 16:13)

EGT

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