“La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el
testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del
Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que
alumbra los ojos. El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos.”
(Salmo 19:7-9 LBLA)
Con frecuencia buscamos algo que cubra nuestras necesidades
emocionales, le dé dirección a nuestra vida, nos genere contentamiento y nos
instruya con sabiduría. Para cada una de estas necesidades recurrimos a fuentes
y disciplinas diversas. Para nuestra necesidad emocional podemos recurrir a la
psicología, para obtener dirección de nuestra vida no hay mejor cosa que los
libros de autoayuda o un buen curso de “coaching”, para alegrar el corazón
tenemos una variedad de recursos que van desde una buena película inspiradora hasta
un logro profesional o económico y para tener una instrucción precisa acerca de
nuestro derrotero tenemos literatura como “20 formas de ganar dinero”, “5
reglas para la vida” o “Una vida con propósito”, etc. Sin embargo, en la suma
de cada fuente o disciplina no encontramos un sentido unidireccional, cada cosa
apunta a cosas diferentes, y casi siempre pueden ser contradictorias unas de
las otras.
Con la Biblia no pasa esto. Uno de sus atributos es la “Suficiencia”, y
el Salmo 19 es una imagen clara de la realidad de esa suficiencia de las
Escrituras; mostrándonos que es suficiente para todo lo que necesitamos en esta
vida mientras somos conformados a la imagen de Cristo y crecemos en santidad.
Cuando leemos lo que el Señor dijo a todos los sedientos: “Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y
pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la
envié.” (Is. 55:10, 11), notamos que la Biblia es capaz de lograr todo lo
que Dios desea hacer en la tierra sin recurrir a ninguna otra cosa creada, lo
que le da un sentido “todosuficiente” a su revelación. Esto se ve claramente en
el Salmo 19:7-9, donde encontramos seis descripciones de Su Palabra: "perfecta",
"seguro", "rectos", "puro", "limpio",
"verdaderos", junto con los efectos producidos en el que la
recibe: "restaura", "hace sabio", "alegran",
"alumbra", y creando el "temor del Señor" Estos
versículos describen la naturaleza polifacética de la toda suficiente Sagrada
Escritura.
¿Necesitamos una restauración profunda de nuestra vida? “La ley del
Señor es perfecta, que restaura el alma” (v. 7). ¿Tenemos la necesidad de madurar
en nuestra comprensión de las cosas? “El testimonio del Señor es seguro, que
hace sabio al sencillo” (v. 7b). ¿Nuestro corazón está temeroso y decaído? “Los
preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón” (v. 8). ¿No sabemos
para dónde ir? “El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos” (v.
8b). ¿Existe la posibilidad de sentirnos protegidos todo el tiempo? “El
temor del Señor es limpio, que permanece para siempre” (v. 9). Todas estas
bendiciones que provienen de la Palabra suficiente del Señor son “juicios verdaderos”
y, en su conjunto proveen sentido a nuestra vida.
Es por estas verdades que la Biblia debe ser nuestro mayor anhelo, debe
generar en nosotros un deseo tal que supere al deslumbrante oro fino y a la
miel más pura y nos debemos dejar dirigir sin cuestionamiento alguno porque “en
guardarlos hay gran recompensa” (v. 11).
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi
corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” (Salmos 19:14)
EGT
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