“Mas el Dios de toda gracia, que nos
llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de
tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la
gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 5:10-11)
Cualquiera de nosotros desearíamos estar equipados
con todas las características necesarias para enfrentar nuestro paso por la
vida. Nada nos vendría mejor que enfrentar los problemas actuales estando
completamente fuertes, firmes y estables, de esta manera no hubiera situación
que nos venciera, ni enfermedad que nos derrumbara y ni ataque que nos aniquilara.
¿Le parece un buen deseo? Si esto pasara en nuestra vida, evitaríamos el sufrimiento
de una vez por todas. Sin embargo, nos preguntamos: ¿el plan de Dios para
nosotros es que estemos equipados con los recursos necesarios para no pasar por
el sufrimiento? ¿La secta “Pare de sufrir” tendrá finalmente la receta escondida
para que lo que prometen se cumpla? De ninguna manera.
Pedro especifica que entrar a la gloria eterna de
Dios es algo que sucede después que los creyentes hayan experimentado un breve
período de sufrimiento. El problema que tenemos está en la expresión “por un
poco de tiempo”. ¿Cuánto es “un poco de tiempo”? Estamos viviendo en un momento
intenso que nunca pensábamos que pasaría y poco a poco llegan a cada uno de
nosotros padecimientos, preocupaciones o sufrimientos nuevos y nos asusta que
esto continúe sin parar. El “poco de tiempo” se está alargando y no se ve hacia
el futuro cercano una solución aceptable.
Pero nosotros, amados hermanos, no estamos en la
esfera de la temporalidad de este mundo, no debemos poner la mirada en las cosas
temporales y debemos cobrar ánimo en la consoladora Palabra del Señor. Creemos
firmemente en un Dios que no escatima en darnos de su gracia, pues como dice
Juan: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” (Juan
1:16). Nuestro Dios es un Dios de toda gracia, y esa maravillosa gracia fue
la que se aplicó a nosotros para hacernos conscientes de que fuimos llamados a
su gloria eterna. El contraste entre el sufrimiento humano y la eternidad de la
gloria de Dios es claro. Por el momento la intensidad del sufrimiento parece
severa, pero es a la vez pequeña y de breve duración comparado con la gloria de
la eternidad.
Es por esto que en su misericordia, Dios toma al
pecador caído y lo perfecciona; es decir, lo transforma en lo que debiera ser. Pudiéramos
decir que “Dios se ocupará de que todo esté nuevamente bien”. Además, nos hace
fuertes en nuestra fe tal como el Señor Jesús le dijo al apóstol: “pero yo
he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos” (Lc. 22:32). Y, por si fuera poco, se nos promete que nos “hará
firmes”. Todo esto sirve para enfatizar el significado de la obra de Dios
en nosotros. Por medio de esta oración Pedro nos anima y nos da la certidumbre
de que Dios está junto a nosotros.
Es por esto que podemos decir sin problema y con
una gran convicción:
“A él sea la gloria y el imperio por
los siglos de los siglos. Amén.”
EGT
Glorificado sea Dios!
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