NO SE AFANEN

 

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25)

 La situación en la que vivimos no parece cambiar y, en lugar de ver una mejoría, todo parece que las cosas irán peor en muchos sentidos. La economía podría paralizarse y con esto nuestro poder adquisitivo disminuiría, cada vez costaría más trabajo satisfacer nuestras necesidades primarias como comer, beber o vestirnos y nuestro nivel de vida se iría disminuyendo. Esto nos traería problemas con los pagos recurrentes que tenemos y que no pueden parar y el escenario de una inminente pobreza a causa de la escasez nos llevaría a una situación emocional bastante seria.

 ¿Qué comeremos el día de mañana si se recrudece la crisis? ¿Cómo pagaremos la renta si perdemos el trabajo? ¿Qué vamos a hacer cuando todo esto colapse? Éstas y otras preguntas vienen a la mente de muchas personas, pero ¿es este el tipo de pensamiento que debe prevalecer en el hombre y la mujer cristianos? No, por cierto. El Señor Jesús estableció con una gran contundencia que todo aquél que anhela los tesoros de cielo, que pone sus ojos en las cosas eternas y que tiene como Dios al Dios verdadero no debe caer en el pecado de la ansiedad y la preocupación.

 El verdadero cristiano, el que ha sido llamado a salvación de parte de Dios y que es parte del reino de los cielos, observa la crisis que le circunda y reflexiona por medio de la creación convenciéndose de que, si Dios alimenta a las aves que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, con todo y esto las alimenta. Y que los lirios del campo que ni trabajan ni hilan y de todas maneras crecen y se visten mejor que Salomón con toda su gloria ¿cómo no lo hará con nosotros que somos corona de su creación, su pueblo amado?

 Así que el mandato del Señor es que tengamos un pensamiento del reino. No debemos afanarnos por nuestra vida presente, ni por el día de mañana. Cada día traerá su propio afán y de éste ya se encargó el Señor. A nosotros nos queda confiar y continuar trabajando en medio de la crisis, debemos seguir produciendo pues el Señor quiere que lo hagamos. Él no bendice al holgazán e improductivo, quiere que sigamos esforzándonos como la hormiga que: “Prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento” (Prov. 6:8). Lo que definitivamente el Señor no quiere es que pase lo que pase haya ansiedad y preocupación.

 La lógica del reino nos lleva a priorizar las cosas importantes. Es por esto que nuestra tarea continua deberá ser “Buscar el reino de Dios y su justicia”. Esto es lo más importante para el creyente, los intereses de Dios. Él ha prometido que, al hacer esto, nuestra provisión de lo elemental no faltará porque el Señor proveerá sin lugar a duda. ¿Cree esto? Debe hacerlo, pues este es un asunto de pura fe. El mismo Señor prometió no dejarnos ni desampararnos y nosotros debemos creer eso.

EGT

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