LA EXPERIENCIA DE LA DERROTA
“Y Jehová dijo a Josué: levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?” (Josué 7:10) No conozco a nadie que le guste perder. Nunca he escuchado un grito eufórico de alguna persona o equipo que al experimentar la derrota exclamé ¡Sí, perdimos! ¡Yei!, y se abracen unos a otros con gran alegría. Las derrotas son muy serias para nosotros y cada vez las experimentamos más continuamente. Planeamos algo y no nos sale, invertimos y perdemos, tomamos los asuntos en nuestras manos y somos derrotados. No hemos sido preparados para vivir con el fracaso. Incluso nuestro lenguaje cristiano nos demanda que avancemos de victoria en victoria, sin embargo, cuando experimentamos la derrota en proyectos personales o grupales, el valor que tenemos de nosotros mismos se ve afectado y con mucha facilidad nos llenamos de cenizas, rasgamos nuestras vestiduras y nos metemos en una situación de desánimo y pesimismo. En el pasaje de referencia vemos a los israelitas eufóricos por el tremendo triunf