UNA MARCHA FUERA DE LO COMÚN


“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1 Corintios 6:9)

 No hay peor tragedia, ni peor mal en nuestros tiempos que lo que estamos viviendo como país en estos días. No sólo estamos ante un enemigo invisible, pero letal como lo es el coronavirus, sino que ahora de manera furtiva y descarada; asomada como una especie de Hidra de Lerna que, según la mitología griega era una serpiente acuática de gran tamaño, de aliento venenoso y múltiples cabezas, llega con toda libertad la llamada comunidad LGBTTTI+ para llevar a cabo su marcha del orgullo gay.

Nos hemos dado cuenta de que hemos perdido la capacidad del asombro y esto ha traído como consecuencia que extendamos el límite de la tolerancia. Es decir, que en la medida que dejemos de asombrarnos por lo moral y espiritualmente incorrecto, estaremos justificando y tolerando conductas que a Dios no le agradan y que hacen de nuestra sociedad una sociedad insensible a la voz del Creador. En México vivimos familias interesadas en el bien común. Tenemos hijos e hijas a los que estamos protegiendo y aconsejando para que se alejen de cualquier situación que les arrastre a conductas no adecuadas. Nuestra iglesia debe participar activamente en este esfuerzo y orar a Dios para que nuestro país sea próspero y reconozca el Señorío de Cristo alejándose de todo lo que vaya en contra de sus preceptos.

El apóstol Pablo, de manera contundente e inspirado por el Espíritu Santo, nos recuerda que todas las personas que “hacen lo malo” (v. 9 NTV), no tendrán la posibilidad de heredar el reino de Dios. Son personas que “cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira, Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó, pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza! Amén” (Rom. 1:25 NTV). En los noticieros, las grandes organizaciones al servicio del estado, y el estado mismo, nos quieren convencer de que la “tolerancia” y “aceptación” a estos grupos debe permanecer en el pensamiento y conciencias de todos los que aquí vivimos. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan: “No erréis”, ninguna persona que practique o consienta las prácticas de esta comunidad será capaz de heredar el reino de Dios. Y nosotros, amado hermano, acatamos las disposiciones de las Escrituras antes que a quienes nos quieren imponer semejantes ideologías.

Viene bien esta declaración y postura de nuestra convicción:

Creemos que Dios es el autor y consumador de nuestra fe; que la Biblia es la única regla de fe y práctica; que Él es quien determina los principios básicos de conducta y que es intolerante ante situaciones como la homosexualidad en cualquiera de sus formas (Dt. 23:17; Rom. 1:26,27; I Cor. 6:9).

Creemos también que Dios creó al hombre y a la mujer con características particulares y con el propósito de que se una el hombre a la mujer y los dos sean una sola carne (Gén. 2:24; Mat. 19:5). En ninguna parte de la Biblia se habla de lo contrario, más bien lo condena.

También creemos que Dios es un Dios de amor que perdona los pecados de quienes vienen a él con corazones arrepentidos y restaura sus vidas por completo (Mat.12:31; II Cor. 5:17).

Oremos al Señor para que nos dé discernimiento y no nos dejemos seducir por esta clase de tendencias que van en contra de lo que Dios nos ha demandado.

EGT


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